Adictos a su amor: Así fue el show de Maná en el Kempes

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La banda mejicana Maná llegó al Kempes en medio de la gira por “Cama incendiada”, su último disco. Y unos 15 mil cordobeses se prendieron de su fuego sagrado. Mirá la galería de fotos.

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Con una puesta escénica de grandes dimensiones, que incluyó pantallas de led, una larga pasarela, decorados kitsch y tecnología de última generación,Maná ofreció este miércoles un intenso concierto en el estadio Mario Kempes que ratificó el romance con el público cordobés en un sentido literal: las canciones más celebradas del grupo mejicano abordan el amor de forma directa, sin sutilezas, van directo al hueso (en sus varias acepciones, claro).

La banda llegó a nuestra ciudad en medio de su gira por Cama incendiada, su último disco, que si bien presenta un sonido ligado a cierta idea de pop global (en buena medida por el productor estadounidense George Noriega), su “latinidad” en las letras mantiene a los de Guadalajara en el lugar de siempre. Es decir, como un grupo en sintonía romántica aunque desplieguen herramientas tomadas de otros géneros y discursos.

El precalentamiento de los fans comenzó varias horas antes, en las inmediaciones del estadio. Las puertas se abrieron a las 18 y el ingreso fue tranquilo y ordenado, apenas matizado por las ganas de elegir algún artículo del merchandising que ofrecían los vendedores.

A las 21, Rouge and Roll fue el grupo encargado de abrir el imponente escenario con sus canciones deudoras del rock and roll más clásico. De hecho, la despedida de la banda que comanda José Palazzo fue con una de Spinetta, Me gusta ese tajo, de Pescado Rabioso.

El show de Maná arrancó a las 22, con Sargent Pepper de los Beatles sonando en los parlantes, mientras se proyectaban imágenes en una cortina enorme que tapaba el escenario. Luego sí, cayó el telón, y apareció Maná para mostrar toda su vigencia.

Empezaron con Prisión, del último disco, e inmediatamente el público (casi todos mayores de 30, y de 40 también) abandonó sus asientos para seguir el concierto de pie, registrando todo con los celulares. Se venía Corazón espinado.

Bien arriba

“Linda ciudad: esta noche de miércoles la vamos a pasar de puta madre! Hasta que el cuerpo aguante”, prometió Fher Olvera, vestido de negro, chaleco camel. La multitud (estimada en 15 mil personas) lo ovacionó y el vocalista largó con Adicto a tu amor, también del nuevo disco.

Olvera puede regalar un piropo a la multitud y, un par de canciones después, hablar de política internacional o del calentamiento global. Y así fue también en Córdoba. Luego de interpretar Eres mi religión, proyectaron un breve video para generar conciencia sobre el cambio climático. Inmediatamente después, el grupo regresó a escena para ofrecer la politizada Cuando los ángeles lloran.

Luego llegó Mi verdad, el bolero incluido en el último trabajo, y una cortina gigante sirvió para proyectar las partes que interpreta Shakira en el disco.
Como corolario de un interludio musical, los acordes desembocaron en uno de los clásicos de la banda y sonó En el muelle de San Blas para el delirio colectivo.

Después, el baterista Alex González cantó Me vale y en la guitarra estuvo el cordobés Manuel Medina, que subió al escenario gracias a un concurso que no olvidará mientras viva.

Para los bises, más cerca de la medianoche, se esperaban otras viejas y queridas “rolas” de los mejicanos: Labios compartidos y Rayando el sol.

Con una versión rockera de la ranchera El rey, Maná comenzó a transitar la parte más intensa del espectáculo, dedicada a compartir algunos de sus grandes clásicos. Así pasaron Clavado en un bar y Oye mi amor.

En el final, Alex hizo un solo de batería extensísimo de esos que remarcan su linaje rockero y explican por qué lo llaman “el Animal”. Si hasta se elevó la tarima, como en los viejos shows glam de los ‘80.

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