ENTRE LOS EFECTOS Y CONSECUENCIAS POLÍTICAS INMEDIATAS DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO DE 1810 Y LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE 1816 SURGIÓ CON FUERZA EL INTERÉS POR EMPEZAR A OCUPAR TERRITORIOS QUE HASTA ESE MOMENTO ESTABAN OLVIDADOS O POSTERGADOS EN LA PATAGONIA, EXPLICÓ A TÉLAM MARIO MINERVINO, DOCENTE UNIVERSITARIO EN LA UTN Y DESTACADO INVESTIGADOR HISTÓRICO.

“Pero Bahía Blanca o el sur de la provincia de Buenos Aires era llamativo porque este territorio era muy rico en cuanto a tierras y sus posibilidades. Sin embargo era una provincia completamente desocupada desde el sur del río Salado, donde un 70% del territorio bonaerense estaba tan deshabitado que se lo llamaba ‘el desierto’”, agregó.
En ese sentido Minervino explicó que “por eso a las campañas que se armaron para ocupar tierras se las llamó Campaña del Desierto, pero no por un desierto de arena, sino que eran tierras muy ricas ocupadas por los hoy llamados pueblos originarios”.
Según Minervino, estos pobladores “eran muy belicosos y consideraron que tenían que evitar que el blanco avanzara sobre esas tierras”, y agregó que “no se instalaban en un solo lugar ni cultivaban las tierras, prácticamente vivían del bandolerismo, y de ataques a fuertes o pueblos por medio de los famosos malones”.
El investigador agregó que “tanto la Revolución de Mayo y la Independencia abrieron un camino y a medida que se fueron resolviendo los conflictos con Paraguay y Brasil, así como otros conflictos internos, por primera vez pudieron mirar hacia la provincia de Buenos Aires y empezar a pensar en la ocupación de estas tierras”.
“Tanto la Revolución de Mayo y la Independencia abrieron un camino y a medida que se fueron resolviendo los conflictos con Paraguay y Brasil, así como otros conflictos internos, por primera vez pudieron mirar hacia la provincia de Buenos Aires y empezar a pensar en la ocupación de estas tierras”
En este marco Minervino agregó que “recién en 1820, Bernardino Rivadavia, ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de la provincia de Buenos Aires durante el gobierno del general Martín Rodríguez, hizo un primer intento de llegar a lo que hoy es Bahía Blanca”, y explicó que no prosperó.
Recién en 1828, bajo la gobernación de Manuel Dorrego y desde el fuerte Independencia, actual territorio de Tandil, esa expedición fundadora pudo hacer pie aquí”, acotó desde Bahía Blanca.
“Podemos decir que en 1816 no existía Bahía Blanca, pero sí fue un primer paso para que diez o doce años después hubiera una decisión política muy fuerte de empezar a ocupar la provincia de Buenos Aires”, agregó.
Minervino recordó que “Bahía Blanca estuvo todo el siglo XIX siendo un rancherío, porque la amenaza de los indios se mantuvo durante todo ese siglo”.
El investigador comentó que en esa zona bonaerense “las primeras construcciones fuera del fuerte eran ranchos de adobe con techos de paja”. Y recordó que, debido a la amenaza constante del indio, la futura ciudad “vivió casi 70 años encerrada”.
También hizo referencia a la llegada del ferrocarril a la región donde “los ingleses -que tenían la punta de rieles en Azul- empezaron a extenderlo hasta que llegó a Bahía Blanca en 1884” .

En cuanto a lo arquitectónico detalló que “hubo una arquitectura industrial y portuaria de los ingleses a fines del siglo XIX y luego se generó una clase media de comerciantes, gente de campo e industriales con la clase media, que empezó a consolidar una arquitectura de mayor valor” patrimonial.
“Allí aparecen las primeras mansiones, chalets, bancos, clubes sociales y bibliotecas con una arquitectura importante donde se piensa en una ciudad con futuro y poder”, dijo.
Respecto a los bancos, y producto del avance agrícola ganadero, Minervino recordó que comenzaron a instalarse el Provincia, el Nación y privados como el Español, de Londres y el Francés, que plantaron edificios que constituyeron aportes patrimoniales destacados”.
En 1916 Bahía Blanca, según las crónicas de la época, “ya asombraba al viajero” porque ere el reflejo de “su sociedad. La arquitectura del centenario de la Revolución, por ejemplo, habla de una ciudad con altos ingresos” y voluntad de manifestar otros aspectos de la vida.
Minervino ejemplificó con la inauguración, en 1913, del teatro Municipal “actual patrimonio de la ciudad. Una ciudad que pensaba en la cultura” agregó.
Pero el futuro de la región, se consolidó con la llegada del ferrocarril, a lo que calificó como “una avanzada civilizadora que fue creando estaciones y pueblos”.
Por último, el investigador consideró que “recién desde fines del siglo XIX se puede pensar en la aparición de la región” que se convirtió en un centro regional de acopio de cereal por la convergencia ferroviaria y el puerto.