El papa argentino tuvo una bienvenida impactante en Brasil

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Desde los gestos y abrazos con la plana mayor del gobierno brasileño hasta la emoción despertada en miles de jóvenes, todo indicó que Río recibió a Francisco como a uno de los suyos.

En su primera gira internacional, el papa Francisco tuvo ayer un debut soñado en tierras brasileñas. Una multitud invadió las calles de esta ciudad para darle una impactante bienvenida. Él repartió simpatía y afecto en todo el trayecto que recorrió. Es lo que trajo este argentino nacido en el barrio porteño de Flores, que no tendrá la pelota atada a su pie derecho, pero pareció ganarse al país más futbolero del mundo. Tal vez, como le dijo a la presidenta Dilma Rousseff en la recepción oficial, “no trajo oro ni plata”, pero conquista porque trajo a Jesucristo.

Luego de recorrer barrios kilómetros por las calles principales del Centro de esta gigante urbe, con su aspecto de cura campechano, Francisco descontracturó el acto protocolar apenas bajó en el aeropuerto. Ayudado por la plana mayor del gobierno brasileño, cuyos funcionarios lo saludaron –se veía en los gestos, en las sonrisas, en las risas– como a lo que en definitiva es Bergoglio: uno de los suyos, un vecino de este barrio del mundo. El Papa era local.

En el Palacio de Guanabara, sede del gobierno de Río de Janeiro, Rousseff le brindó la bienvenida oficial y el Papa arrancó su discurso con una frase que tenía su sello personal: “Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes”, dijo el Papa. Lo hizo en portugués, ese idioma tan parecido al castellano: otro elemento para jugar de local.

En el país que se considera el más grande, futbolero, alegre y católico del mundo, el primer papa latinoamericano dejaba a su paso un vendaval de emociones en los miles de jóvenes, de todas las latitudes, que llegaron hasta aquí para vivir hasta el próximo domingo el 28ª Jornada Mundial de la Juventud.

Veinte minutos antes de la hora prevista (las 16), el Airbus de Alitalia aterrizó en suelo carioca. Luego del saludo protocolar con la presidenta Rousseff, Francisco se subió a un automóvil para salir del aeropuerto y hacer el primer tramo de su recorrido, con los vidrios bajos.

Luego, se subió al papamóvil y allí Francisco se dio el baño de emoción que le transmitieron más de un millón de jóvenes que se volcaron a las calles.

Las calles de la “ciudad maravillosa” se transformaron en ríos multicolores por las banderas de los distintos países. Sobresalía el amarillo y el verde, pero también hubo fuertes manchones blanquicelestes, de los más de 40 mil argentinos que vinieron a ver y a escuchar al primer papa argentino.

La agenda oficial indicaba que el papamóvil recorrería las calles céntricas y pasaría por el frente de la Catedral, ubicada en la avenida Chile. Pero el Papa decidió hacer su primera gambeta al cordón de seguridad. Pidió ingresar por la parte posterior de la moderna catedral para tener un contacto más directo con los miles de jóvenes apostados en los amplios jardines del edificio.

Allí fue donde la gente estuvo más cerca del Sumo Pontífice. Con los brazos abiertos y con una sonrisa dibujada en su rostro en todo momento, Francisco rozaba las manos y repartía bendiciones, ante los gritos de los jóvenes.

Acto alegre. En su paso por el frente de la Catedral, donde se ubicaron los dos enviados especiales de este diario, un gran número de jóvenes no podían contener el llanto. Allí se pudo comprobar la sincera cara de sorpresa del Papa. Parecía no creer las sensaciones que él provocaba.

Para llegar al palacio gubernamental local, luego de varios kilómetros de recorrido, el papamóvil dejó su lugar a un helicóptero que llevó al Papa hasta el histórico Palacio Guanabara, donde lo aguardaban otra vez la presidenta Rousseff y los máximos funcionarios brasileños.

El clima de la ceremonia fue distendido y, en algunos momentos, hasta con gestos de jocosidad.

A la hora de los discurso, Rousseff, que por estos tiempos está presionada por reclamos sociales, se puso seria para decir: “Creemos que la Iglesia puede ayudar con iniciativas para acabar con el hambre y la pobreza”, manifestó la jefa del Estado, que gobierna en medio de fuertes reclamos, en especial, de la clase media.

Desde el palacio gubernamental, Francisco se dirigió a la residencia Sumare, la sede de la arquidiócesis de Río de Janeiro. Fiel a su estilo, el Papa pidió una habitación común, como la que albergará al resto de los cardenales.

Para hoy, Francisco no tiene prevista ninguna actividad oficial, lo que no significa que no haga nada. Seguramente repasará los discursos y homilías que tiene previsto desarrollar en los seis días que permanecerá en esta ciudad. También, seguramente, puede introducir alguna variante al programa que ya está establecido. Algo de lo que nadie tiene dudas es que el nuevo papa está rompiendo todos los moldes de la Iglesia Católica.

El desborde y las fallas del operativo de seguridad derivaron en acusaciones entre autoridades brasileñas

La Alcaldía de Río de Janeiro terminó acusando a la Policía Federal de Brasil.

“El Papa no tuvo ningún tipo de miedo. Su secretario y quienes lo acompañaban sí”, dijo el vocero del Vaticano

El jesuita Federico Lombardi agregó que “los responsables de la seguridad en la calle estaban preocupados”.

 

Fuente: Diario La Voz del Interior