Con motivo de proteger a los cultivos de los enemigos naturales (plagas, enfermedades y malezas) los productores agropecuarios, aplicadores y técnicos vinculados al sector rural, realizan pulverizaciones de pesticidas y muchas veces menosprecian el efecto nocivo de la deriva.
Se conoce como deriva a las gotas asperjadas que caen fuera del blanco objeto del tratamiento, y más específicamente como exoderiva aquellas que lo hacen fuera del lote tratado. Las aplicaciones en bajos volúmenes necesitan gotas más pequeñas, y por lo tanto están más sujetas a derivar. Los factores meteorológicos que condicionan o predisponen esa situación son: la baja humedad relativa ambiente, la alta temperatura, el viento fuerte y la inversión térmica. Los dos primeros afectan la evaporación, reduciendo paulatinamente el tamaño de la gota; el viento incrementa la componente horizontal de la composición del movimiento de caída, y finalmente, bajo condiciones de inversión térmica la densidad del aire por encima de la gota es menor que aquella ubicada por debajo, situación que impide a la gota descender.
Modos de reducir el efecto deriva
Evitar horarios cercanos al mediodía para las aplicaciones, salvo, que exista el fenómeno de inversión térmica donde la primer capa atmosférica aledaña a la superficie del suelo, tiene la particularidad de comportarse de una manera que favorece la suspensión de las gotas más tiempo en el aire, y favorece la deriva. Existen modernos equipos meteorológicos (pequeñas estaciones) para detectar el efecto de inversión, y con éstos evitar la aplicación en Avión hasta que no se restablezca el gradiente normal atmosférico.
Bajar la altura de aplicación del botalón: es una de las medidas más eficaces y contundentes para evitar que el caldo caiga fuera del lugar blanco deseado. A menor distancia del impacto, menor deriva.
Utilizar coadyuvantes que reducen el efecto de evaporación y hacen que las gotas sean más pesadas.
Calibrar la presión de trabajo. Disminuyendo la misma, se logra que el tamaño de la gota del caldo (mezcla fitosanitaria), sea mayor, y por ende, tenga menor efecto pulverización, evaporación y deriva.
En general durante la fumigación se recomienda tratar de producir gotas medianamente grandes que son las que alcanzan más rápido el destino final, en comparación con las finas.
Las partículas con 100 a 200 micrones de diámetro derivan con mucha facilidad. 100 micrones es un tamaño cercano al diámetro de un cabello humano. El tamaño de gota resulta afectado por la presión, el ángulo de pulverización, el tipo de boquilla y el tamaño del orificio.
En la medida de lo posible contratar o usar equipos que cuenten con la manga anti-deriva que generan una aplicación más segura.
Utilizar picos o pastillas antideriva
Evitar productos volátiles como los hormonales e insecticidas con alta tensión de vapor.
Velocidad del viento
La velocidad del viento es con frecuencia el mayor impedimento para un equipo común no equipado con accesorios que faciliten su utilización con velocidades por arriba de los 13 – 14 km por hora. Si las urgencias en la tarea lo permiten es bueno suspender la pulverización cuando las condiciones ambientales no son favorables. Lo que más se debe considerar para la toma de decisiones es el viento, la temperatura y humedad relativa.
¿Cómo se mide la velocidad del viento?
Es fácil medirla en la chacra si disponemos de un ayudante, un reloj, una cinta métrica y una bolsa mediana de nylon liviano. Nuestro ayudante con los brazos en alto sostiene la bolsa con la boca de la misma abierta contra el viento y a una señal nuestra la suelta. Se toman los segundos que demora la bolsa en recorrer una distancia conocida o determinada luego de ciertos segundos. Con esto se tienen dos valores: tiempo y distancia, que nos sirven para aplicar la siguiente fórmula:
El indicador práctico a usar a campo, es que la bolsa no debería recorrer más de 4 metros por segundo. Esa es la luz amarilla que nos indica que la pulverización se debe interrumpir si no se dispone de pastillas antideriva y otros accesorios.
Son varios los aspectos a tener en cuenta y la forma de atacar el problema de la deriva. Las aplicaciones correctas, no solo contribuyen a disminuir el uso de los pesticidas, sino que hacen más eficaz la razón de su existencia.
Además es fundamental tener precaución de las áreas periurbanas, y de zonas dónde la mínima presencia de agroquímicos, es motivo de daños a la salud, al ambiente, y también pueden afectar a cultivos hortícolas y frutícolas, que reciben productos derivados de aplicaciones mal realizadas. La responsabilidad del técnico y/o operador a cargo de la tarea de aplicación de un producto fitosanitario, es fundamental, y consultar la extensa bibliografía y fuentes de capacitación al respecto, es de vital importancia para disminuir los efectos indeseables de los “venenos” que caen fuera del blanco.
Fuente: Gastón Pepa (El Campo) – Cordobatimes.com