Cada vez más son los niños que sin querer toman o se vuelcan sustancias químicas. La lavandina y la soda cáustica, al tope de la lista. Qué hacer para prevenir.

16/04/2013 00:00
La nena tenía sed. Agarró una botella de líquido oscuro pensando que era Coca Cola. Pero lo que allí había era mucho más que gaseosa. Después de sorber un trago, sus pupilas comenzaron a dilatarse. La boca, a salivar en cantidad. Arrancó con mareos y cuando su mamá se dio cuenta, la nena ya no reaccionaba.
Esto fue lo que pasó el 23 de marzo, en un hogar de Termas de Río Hondo. Maite, una nena de un año y medio, ingirió sin querer un trago de clorpirifos, un insecticida que se utiliza para matar cucarachas. Su venta al público está prohibida y sólo puede usarse a nivel profesional. La pequeña tuvo que ser derivada a un hospital de Santiago del Estero y, de allí, derecho a la terapia del Hospital de Niños.
Afortunadamente y después de 14 días de internación (seis de ellos en terapia), la pequeña fue dada de alta ayer (ver “Maite…”). Los accidentes con sustancias químicas (los más comunes son con cáusticos e hidrocarburos) dejan secuelas de por vida. Y a eso los padres del centenar de niños que anualmente llegan al hospital, lo saben bien.
Aumentan. Las quemaduras con sustancias químicas vienen en aumento, según informó Nilda Gait, responsable del Servicio de Toxicología del Hospital de Niños. Los accidentes con cáusticos e hidrocarburos son los más comunes. Aunque aún se siguen recibiendo muchos casos de niños que ingirieron plaguicidas sin querer.
En 2012, el hospital asistió a 42 niños con quemaduras con cáusticos. La cifra viene creciendo progresivamente. En 2011, se registraron 39 casos. Y en 2010, fueron 37. Lavandina, soda cáustica y desengrasantes fueron las sustancias que más daños provocaron en los pequeños.
“El fenómeno viene en aumento. Creemos que está relacionado con la forma en que los padres consiguen estos productos. Van a la ferretería y los consiguen fraccionados. Llegan a la casa, los ponen en una botella sin rótulo y al alcance de la mano. Y el desastre es inevitable”, graficó Gait.
Los hidrocarburos (thinner, aguarrás y, en menor medida, nafta) se encuentran segundos en la lista. Estos accidentes también aumentaron en 2012, cuando se registraron 34 casos. En 2011, la cantidad de afectados fue de 31 y en 2010, se asistieron 21 niños.
Como contraparte, cada vez son menos los niños que se intoxican con plaguicidas domésticos (no agrícolas). En 2012 fueron 10; en 2011, 20 y en 2010, 39, según Toxicología del hospital.
Consejos.
» Qué hacer. Leer las instrucciones antes de utilizar cualquier producto químico. Al aplicarlos, usar guantes y protección. Guardarlos bajo llave. Ordenar los productos y etiquetarlos correctamente. Para cucarachas, usar permetrina.
» Qué no hacer. No fraccionar los productos ni revolverlos. No llevarlos en automóviles donde vayan niños. No agregar amoníaco a la lavandina.
» En caso de accidentes. Lavar la zona afectada con abundante agua durante 15 ó 20 minutos. No friccionar.
Maite volvió a su casa. La pequeña santiagueña que hace 15 días llegó en grave estado al Hospital de Niños fue dada de alta ayer. La niña, de 1 año y oriunda de Termas de Río Hondo, tomó accidentalmente un sorbo de un insecticida para cucarachas.
“La nena había ingerido clorpirifos, un insecticida que está prohibido para el uso doméstico. Estos productos se venden fraccionados en ferreterías y sin control. Los padres no toman real dimensión del problema hasta que les sucede”, explicó Nilda Gait.
Maite permaneció seis días en terapia intensiva. Su estado era muy grave. Luego fue estabilizada en la Unidad de Cuidados Intermedios. Los médicos lograron salvarla regulando sus funciones. Ahora deberá regresar en junio para control.
En lo que va del año, ya son dos los niños intoxicados con esta sustancia. Especialistas recomiendan el uso de la permetrina para las cucarachas.