Los restos de la mujer desaparecida fueron hallados en Colanchanga días atrás. Sin embargo, el año pasado se encontró otro esqueleto en Arroyito y se creía que era de ella. Quién es esa mujer.
Dos bolsas con restos óseos de mujeres permanecen en la Morgue Judicial de la ciudad de Córdoba. Una contiene los huesos de quien en vida fue Mónica del Valle Molina (48), una empleada doméstica que desapareció el 4 de agosto de 2011 y que se sospecha fue asesinada esa noche. Estos restos fueron hallados el martes enterrados en Colanchanga y por el caso permanecen detenidos dos hombres acusados de homicidio. Un examen de ADN terminará de confirmar que era Mónica.
Ahora bien, la otra bolsa en la Morgue contiene otro esqueleto de una mujer. Estos restos fueron hallados hace un año en Arroyito. En un primer momento, se creyó que eran de Mónica, pero no lo son. Hasta el día de hoy, poco y nada se sabe sobre los restos de esta otra mujer. Se conoce que su pelo era colorado, que tenía unos 50 años, sufría osteoporosis y habría tenido también una muerte violenta.
Esa mujer fue enterrada en un sitio desconocido, luego exhumada, posteriormente la metieron en dos bolsas de consorcio negras y terminaron arrojándola en un descampado de Arroyito. ¿Quién era en vida? ¿A qué se dedicaba? ¿La asesinaron? En ese caso, ¿quiénes fueron? ¿Por qué? Otro gran misterio para la Justicia.
Un cuerpo, dos bolsas. Aquel 4 de julio de 2012, un grupo de operarios desmalezaba un descampado en Arroyito. De golpe, se toparon con el horror. Había dos bolsas de consorcio y una estaba abierta. Cuando miraron dentro, vieron con restos óseos humanos, pelos y ropas. A los minutos, la zona quedó poblada de policías, peritos y funcionarios judiciales. El fiscal de Arroyito, Juan Argüello, se puso al frente de la causa.
Un análisis de los peritos forenses permitió determinar que el esqueleto era de una mujer. La primera suposición era que podrían haber pertenecido a Marita Verón; sin embargo, la joven tucumana había desaparecido en 2002 y estos restos eran de una mujer muerta hacía un año aproximadamente.
Mónica estaba en otro lado. El hallazgo de esas bolsas cayó como una bomba en la fiscalía de Liliana Copello, quien venía investigando la desaparición de una mujer desde 2011. Se trataba de una tal “Mónica del Valle Molina”, casada, madre de tres hijos, domiciliada en barrio Empalme, quien había desaparecido el jueves 4 de agosto de 2011 cuando volvía de su casa.
Durante largo tiempo, la fiscal Copello sospechó que estos restos de Arroyito eran de Mónica y hacia allí apuntó su investigación. Se creía que la mujer podría haber caído víctima de una red de trata de personas. Sin embargo, no fue así.
Recién en los primeros meses de este año, estuvieron los estudios del Ceprocor que confirmaban que los restos de Arroyito no eran los de Mónica. La causa se había empantanado.
Copello convocó a nuevos investigadores, se profundizó otra línea investigativa (un “triángulo amoroso”), se avanzó y todo tuvo su eclosión días atrás cuando los restos de Mónica (fue reconocida por su dentadura, entre otras pruebas) fueron hallados enterrados en la casa de un viejo exnovio, en Colanchanga. El hombre (Ítalo Herrera) fue detenido, al igual que un amigo de éste (Gustavo Castillo), y fueron imputados por homicidio. Si bien resta mucho por hacer, Copello siente que el caso está más que avanzado.
No ocurre lo mismo con el fiscal Argüello, quien tiene que desentrañar quién es la mujer, cuyos huesos siguen como NN en la Morgue Judicial.
Fuente: Diario La Voz del Interior